¿Y qué decir de Dios? ¿Del sentir religioso? Aquello que no se ve, pero se siente en las acitudes de muchos creyentes. Hay un amigo que todos los domingos me regala su tiempo, además de unos churros con chocolate. Después me acompaña y anima a caminar. Está siempre pendiente de mí, a pesar de sus múltiples ocupaciones.
También está quien me ha hecho parte de su vida, goza con mi presencia y me invita a comer haciéndome parte de su familia. Me abren la puerta de su casa.
Hay muchos otros que me cuidan y me consienten con pequeños detalles. Tan sólo una pregunta «¿Cómo te encuentras hoy?». Puedo decir que son manos y rostros de Dios que acuden a mi consuelo con el aliento de la vida que cada día necesito. A través de ellos Dios siempre tiene una palabra que decirme. Dios mira mis latidos de vida y hace que me convenza de que aún no ha llegado del todo mi hora. Quizás una misión para compartir con esperanza esos destellos de fe que hacen brotar en mí la alegría.
Aunque la vida sobrepase, hay luz en mi sendero, nos hacemos alimento de vida para los otros, dándonos el aliento que nos merecemos porque hemos amado la vida que Dios nos ha dado. Sin embargo, necesitamos de un nuevo corazón, de un nuevo impulso para adorar al Señor, para seguirlo con el mismo entusiasmo del amor primero. Amor de vida, amor de fe y amor de esperanza. Una vida que se ama por completo y completándose camino hacia su plenitud más veraz.
Aunque las tormentas y el mar arrecien en nuestro horizonte, el mismo Señor, que daña y cura la herida, nos da el vigor y la fuerza para seguir en el camino con alegría y esperanza. Dios ha decidido querernos siempre, a pesar de nuestra pobreza y miseria. El amor nunca dice basta, al contrario siempre dice aquí estoy dejando la piel por quien más lo necesite. Este sí que es un amor sincero, aquel que por una razón de amor se entregó por amor. Podemos seguir en el camino, hasta la locura, para poder corresponderle sin medida. Aunque no seamos merecedores de semejante amor, seguirá siendo una apuesta y reto para el hombre.
Fr. Alexis González de León, o.p.
BATERÍA DE CANCIONES RELIGIOSAS