BALANCES VITALES V

19.11.2024

Hay cantos que sirven de bisagra entre lo humano y lo divino. Cantos que asumen el riesgo de la profecía. Esos cantos definen al cantor. No cabe la tibieza en el canto cuando se trata de poner sobre la mesa las injusticias. No cabe tibieza cuando se trata de la  esperanza y el sufrimiento de un pueblo. Esos cantos nos narran el largo y turbulento camino de la paz.

San Pablo VI, siendo papa, decía que la paz siempre era posible si antes de que se forjara en los acontecimientos se dejara desvelar en los ánimos. 

Hoy, cuando múltiples y variados escenarios bélicos nos hablan del fracaso de la humanidad por trabajar por la paz, es imprescindible volver a las viejas canciones que vuelvan a la humanidad tras su profecía, su libertad y permitan transmitir con verdadera indignación que nuestros derechos que no se pierdan. 

Así son estas dos bellas canciones. Una profana y otra religiosa.  «Si se calla el cantor» nos habla que «el silencio cobarde apaña la maldad que oprime. No saben los cantores de agachadas. No callarán jamás ni frente al crimen».

La segunda canción nos recuerda la vida que nos han robado, lo extraño que nos resulta la gente, la vida e incluso Dios cuando sufrimos amontonados y vacíos, errantes del sentido. Apiñados en la masa, cada vez somos más pobres.

Abramos nuestros corazones a la esperanza, y seamos voceros de nuestra vida y nuestra fe. No permitamos que el mundo aniquile la paz y la alegría de nuestro presente y futuro.


Fr. Alexis González de León, o.p.