DIVINA SENCILLEZ

24.12.2024

En estos días de Navidad, transmitimos con alegría nuestros deseos de paz y felicidad. Hablamos de un Niño que nace en un pobre portal. La vida a los pobres les sitúa en la sencillez de la vida. ¿Qué dificultades tenemos en realidad para vivir la sencillez?

Creo que somos nosotros mismos los que nos complicamos la vida y se la complicamos a los demás. Existe un principio filosófico: el principio de Parsimonia o de simplicidad, llamado la Navaja de Ockham, que mantiene lo siguiente: en igualdad de condiciones, la explicación más simple suele ser la más probable.

¿Qué es lo más simple y probable en Navidades? ¿Y en las relaciones qué puede ser lo más simple y probable?

Han pasado ya 20 años desde la primera vez que la joven María Isabel nos hacía esbozar una sonrisa cantando con salero y desparpajo «Antes muerta que sencilla».

La canción repite constantemente la idea de que hemos venido para cantar y bailar porque necesitamos descansar. Algo que muchas veces se nos olvida. No descansamos ni dejamos descansar.

Lo importante de la vida es dónde ponemos el acento para vivir. El acento no puede ponerse en la negación de la sencillez. Vivir con sencillez nos conduce a dejar de lado la insensatez de nuestras actitudes. Juzgamos con severidad si las cosas se han hecho según mi parecer o no, según yo concibo cómo se deben de hacer. Pero entre el deber y el concebir existe algo más importante: el no ser irreverentes y faltos de consideración o respeto.

¿Qué más da si algo se ha manchado o caído? ¿No ves que se trata de una persona mayor, que olvida tu nombre y cómo se deben de hacer o decir las cosas? Si tu juzgar la vida te conduce a considerar la vida de un anciano o un enfermo sin la sencillez que requiere, será cierto lo que dice la canción «antes muerta que sencilla».

No sólo será cierto, sino que además ese tipo de actitudes te hace situarte en el nivel de un ser superior cruel y desconsiderado. ¿Qué más da si las cosas no se hacen como tú lo has considerado? ¿Qué más da si las cosas se hacen de una forma distinta a tu parecer? ¿Para qué quieres culpabilizar al débil enfermo o anciano? Si es a eso a lo que te conduce tu compleja actitud de preferir morir antes que ser sencillo entonces estás en un complejo error: la inhumanidad. Tú actitud te orienta a lo inhumano.

Además, volviendo al principio de Parsimonia, el principio trata de la explicación más simple en igualdad de condiciones. No existe igualdad de condiciones cuando hablamos de un enfermo o un anciano y una persona que está en la madurez de su vida o juventud. De ahí que deduzca que careces de razones y concluyo que tu proceder es errático.

Me pregunto y te pregunto: ¿Merece la pena perder y hacer perder la serenidad por algo que ya no tiene importancia? ¿Merece la pena estar pendiente de pequeñeces cuando la vida se nos escapa de las manos? ¿Merece la pena poner el acento en nimiedades cuando lo que más urge es una atención digna y cariñosa de cuantos nos necesitan? ¿No estarás proyectando tu insatisfacción y cansancio sobre el más débil?

La vida no se trata de tu parecer o tu consideración, tiene que ver más bien con permanecer con lealtad y respeto junto a quienes un día nos ayudaron a vivir. Permanecer admitiendo que la vida transcurra con sencillez y nuestro corazón albergue sentimientos y actitudes un poco más humanos.

Fr. Alexis González de León o.p.