EL RIESGO DE OFRECER

15.11.2024

Ofrecer nuestros dones a la vida, a Dios, nuestro aliento  y nuestra ayuda, a a los que sufren; ofrecer nuestra confianza, nuestra amistad, nuestro cariño y ternura a todos los que han pasado  por nuestra vida, no parece una empresa muy difícil de acometer. Lo verdaderamente difícil es mantenerse fiel en el tiempo para que el ofrecer siga transcurriendo y derivando hacia la humanidad que busca la paz y el sosiego.

Sin embargo, ofrecer no es algo lacónico, no podemos ser demasiado parcos en ese camino que Dios nos hace recorrer siendo llamados a la vida cristiana. El ofrecer es dejar de ser el centro de la vida de los otros, es indicarle a los otros, que ellos son los protagonistas. 

El ofrecer siempre partirá de la generosidad que se practica. Implica un desprenderse de tu vida, de su comodidad, y como Abrahám, hemos de salir de nuestra Tierra. La tierra que nos vió nacer y crecer, y que hoy aguarda nuestro regreso. 

¡Cómo abrir el pecho y sacar el alma y presentarla como testimono de cuanto se ha amado, querido y esperado. De todo aquello que se ha elegido con plena libertad y clara conciencia. Ofrecer implica también saber irse a tiempo, aunque despacio, en el ofrecer siempre hay un juego donde uno lo da todo y, el otro sólo da algo. No  existe correspondencia. Tampoco existe  un termómetro que nos indique cómo vas a llevar tu vida ahora. En el ofrecer, por su misma dinámica y consecuencia, se está abierto siempre al diálogo, aunque, ultimamente nadie se resposabiliza de nada.

Fr. Alexis González de León, o.p.