PERTINAZ VIDA

26.11.2024

No siempre recibes buenas noticias cuando de salud se trata. Hoy me ha tocado a mí. Esperaba recuperarme un poco, pero parece ser que me quedo como estoy: frágil. Aunque con buena actitud y compromiso por la vida.

Era algo que ya intuía. Pero al oirlo fue como un cubo de agua fría. Uno no siempre está preparado para lo peor. Será Dios quien tenga que hablar del cuando.

De momento, seguiré cantando, orando y escribiendo hasta que Dios me dé las fuerzas. Otra cosa no, pero fe tengo un rato largo. Es lo que intento compartir con ustedes.

Sólo puedo decir, que he ganado 8 años de vida, sin apenas estar enfermo. Ahora, no es así, y lo acepto con la ayuda de Dios. No puedo más que cantarle y alabarle por lo bien que me ha cuidado en todo este tiempo. A través de los médicos, de los cirujanos, de la asistencia religiosa del hospital, de los enfermeros. Por medio de mi comunidad de frailes y por medio de mi familia y todos mis amigos. No me puedo quejar. A su modo he recibido cuidado, amabilidad, respeto y cariño. No puedo pedir más.





Los invito a cantar conmigo esta canción que he compuesto nada más llegar a casa para quitarme las malas vibraciones de encima.



Pertinaz vida,

cuyo ímpetu se resiste al descanso eterno,

pertinaz aliento

que la fe alimenta cada mañana.

He dejarme conducir hasta tu morada

Y confiar,

y confiar.

Cuando el cansancio abate sus alas,

Y las fuerzas se cohíben en su libertad

Cada instante se vuelve desafío

Los bríos se opacan tras los cristales rotos.

Hoy tengo más vitalidad que vida,

más existencia que historia,

más fe que expectativas,

pero sigo vivo,

latiendo con un corazón nuevo.

Pertinaz vida,

cuyo ímpetu se resiste al descanso eterno,

pertinaz aliento

que la fe alimenta cada mañana.

He dejarme conducir hasta tu morada

Y confiar,

y confiar.

Camino entre razones de amor,

entre esperanzas y alegrías,

confiado entre la cruz y la vida

que renueva los pasos dirigidos hacia ti, Señor.

Se podrá quebrar la vida,

Romper el aire,

Callar el mar,

Pero mi voz no podrán callarla

Los mirlos del ocaso.

Pertinaz vida,

cuyo ímpetu se resiste al descanso eterno,

pertinaz aliento

que la fe alimenta cada mañana.

He dejarme conducir hasta tu morada

Y confiar,

y confiar.


FR. ALEXIS GONZÁLEZ DE LEÓN, o.p.