UN ESPÍRITU INQUIETO
Hola. Me llamo Alexis González de León. Nací el 17 de Junio de 1968, en Santa Cruz de Tenerife. Hoy cuento con la experiencia de vida de 56 años de edad. Provengo de una familia humilde. Sin embargo, nuestro padres nos enseñaron a llenarnos de coraje ante las dificultades y contrariedades que en la vida se presentan.
Una de estas dificultades es la enfermedad que padezco desde hace 8 años: Cáncer de Colón en estadio IV, metastásico. Lejos de echarme para atrás he aprendido mirar a la enfermedad con calma desde el principio en que tuve noticia de ella.
Cuando cuento mi experiencia ante la enfermedad, siempre digo algo que me parece importante admitir. La fe en Dios me ha dado un gran coraje para resistir con calma cada adversidad. Me siento cuidado, querido y consolado por Dios y su amor tan lleno de misericordia.
Me atrevo a decir que el cáncer a veces te da muchas más cosas que las que te quita. Tanto al enfermo como el cuidador. Un ejemplo de ello, es la intensidad con que vivo la fe actualmente. Hay frases del Evangelio o de los salmos que se quedan grabadas con mayor profundidad como si Dios se hiciera presente con esa frase para cuidarte y orientarte con su luz en esta duradera, silenciosa, y cruel enfermedad. Puede parecer una locura, pero las palabras ya no suenan igual.
Te comparto cuál ha sido mi experiencia para que comprendas qué es lo que intento decir. Cada operación, era como una oportunidad para profundizar en la vida. No me lamentaba por lo que me faltaba hacer, tampoco he pensado en cuánto me queda de vida. Siempre está la intuición para comprender el camino en el que te encuentras.
Por el mes de septiembre de 2017, me diagnosticaron cáncer de colon en un estadio IV. Lograron en diciembre operarme de él y darme más tiempo de vida, esto me permitía creer que no todo se marcha con la enfermedad. La fe en Dios, la que nos presenta Jesucristo, se vuelve más intensa. Un diálogo constante y si se quiere más profundo y elemental. Todo esto me permitió vivirlo y enfocarlo desde la tranquilidad y sosiego. Tuve suerte, con la quimioterapia, tuve escasos efectos secundarios, algunos días grises.
Siempre había observado a personas, sin pretender juzgarlas en mi interior, cómo encajaban su enfermedad, o la de un ser querido, con un sentimiento de desgracia. Están en su derecho. Desde luego; los médicos oncólogos no te lo presentan todo de color de rosa, ni tampoco te alientan demasiado en medio de la lucha; pero uno descubre cual es la fuerza interior que te identifica para luchar. Cuentas con gente para recorrer el camino, pero la serenidad se encuentra en la fe en el Dios de la Vida: Tú me diste la vida, ahora te la devuelvo.
En 8 años que llevo metido en esta lucha no he tenido ni un solo día de queja hacia Dios. Ni un solo reproche. Mi interior crece contemplando a los crucificados, a los cristos yacentes. De alguna manera, su expresión no es sólo artística también permiten identificar cuál es tu cruz y tu pasión, la misma cruz y la misma pasión que vivió Cristo en la tierra. Cuando observo esas imágenes sólo me digo "hágase tu voluntad". Pero esto no significa resignación, sino que acepto mi enfermedad, que acepto los momentos de debilidad y fragilidad.
Es curioso como uno se va desprendiendo del sentido de la propiedad de la vida, cuando pasas por una situación similar. Solo tienes el presente para vivir la vida con intensidad. No tiene sentido vivir atado al pasado o a la vida, y vivirlo todo con amargura.
Dos años después de mi primera intervención quirúrgica, me tienen que volver a operar de dos lesiones cancerígenas en el hígado. Me había crecido metástasis. La primera vez que, como secuela. perdí el sueño. Esta vez, como la quimioterapia había sido reciente, los oncólogos decidieron no volverla a pautar.
Después de la segunda intervención, pensé que me estaba librando de una buena. Ahora tengo mucho tiempo, y quizás la segunda operación me estaba dando claves para asumir la vida desde otra perspectiva. Retomé los estudios matriculándome en el Doctorado en Teología. Vi todas las asignaturas y créditos y en Noviembre del año 2023 Defendí mi tesis en Teología: «El diálogo en Pablo VI: una herencia teológica y su correlación con la evangelización. En m mi despacho ya luce un cuadro con el título.
Pero no hay segundo aviso sin tres: en Abril del año 2021, me volvieron a operar de una nueva metástasis en el hígado. De momento se pudo seguir contando. Estoy en proceso de quimioterapia nuevamente. El comienzo con la quimio ha sido un éxito de los efectos secundarios: A veces no sientes nada, otras veces lo sientes todo.
Lo que más echas de menos son la familia, y los amigos, siempre esperas una llamada de ánimo. Pero hoy cuesta la misma vida hacer una simple llamada que marca un hito en tu sola lucha contra el cáncer.
En Abril del año 2022, tengo que someterme nuevamente al bisturí. Más metástasis en el hígado. Con difícil ubicación. Parece que tuve una crisis respiratoria. Las visitas de los médicos eran constantes: la familia, amigos, y sobre todo los frailes se hacían presente. Respetando las restricciones que el Hospital imponía. Casi me voy con Dios. Pero él tuvo otros planes. Estuve muchos días con un tubo en la garganta para ayudarme a respirar. No me podía comunicar con nadie. Encima cogí algún virus hospitalario que ordenaron aislamiento.
Recuerdo que veía un lavabo y deseaba tocarla, beber, lavarme… Pasaba mucho tiempo despierto. Y mientras iba tomando conciencia de lo que pasaba o me contaban los médicos o también los escuchaba hablar entre ellos, hacía momentos largos de oración: "Que se haga tu voluntad". "La vida no es mía, es la que tú me has entregado. Si es el momento, ahora te a devuelvo". Pero repito: Dios tuvo otros planes.
Te preguntas constantemente si se acerca el final de tus días, ante los cuales me quiero preparar con elegancia.
Lo que considero más importante es que todo esto me ha hecho más fuerte interiormente. Al lado de Dios se comprenden mejor las cadenas que impone la muerte, y cómo sientes la liberación que Dios te ofrece: Venid a mí los que estáis cansados y agobiados que yo os aliviaré, yo seré vuestro descanso.
Me uniré a la voz de Mercedes Sosa para cantar la bella Zamba para no morir:
Al quemarse en el cielo la luz del día
Me voy
Con el cuero asombrado me iré
Ronca al gritar que volveré
Repartida en el aire a cantar
Siempre